viernes, 21 de diciembre de 2012

El curioso mundo de los vibradores.


         
Un número mal cuantificado, pero creciente, de mujeres utilizan juguetes en sus actividades autoeróticas. Los más populares son los vibradores.




Parece que algo más de la mitad (53%) de las mujeres estadounidenses, los usan para masturbarse; sobre todo las que son más asertivas desde el punto de vista sexual075. Sin embargo, no parece que su uso esté extendido de un modo homogéneo a lo largo del mundo. Una empresa de preservativos y otros artículos de uso sexual hace regularmente encuestas de hábitos sexuales. Su informe del año 2005 señalaba que por término medio, en el ámbito mundial, la cuarta parte de las mujeres (24%) admitían utilizar vibradores. Su uso parecía ser más habitual en Australia (46%) y en los Estados Unidos de América (45%), mientras que en España las cifras bajaban hasta el 15%076.
Esta investigación proporciona un ejemplo adicional del contraste existente entre las afirmaciones estereotipadas y la realidad. Holanda tiene fama de ser especialmente abierta al sexo. Las tiendas que venden este tipo de artículos se encuentran en gran número, y los vibradores son los artículos que se exponen en los escaparates con mayor frecuencia; lo que podría dar a entender que tal oferta responde a una gran demanda y a la naturalidad con la que la población los contempla. En Ámsterdam, por ejemplo, uno de los recuerdos turísticos más comunes son los utensilios de diferentes cometidos con forma de pene. Sin embargo, el uso real de los vibradores (o el número de mujeres holandesas que se atreven a reconocer su frecuentación), tal y como lo refleja la mencionada encuesta, no es tan alto como se podría inferir de semejante oferta: un 29%; cifra que iguala o se encuentra por debajo de la de otros países de su inmediato entorno076.
Aunque la imagen que evoca la palabra “vibrador” es la de un objeto con forma de pene que vibra, no tiene por qué ser así; y de hecho, no lo es. Mientras conserven su peculiaridad de concentrar las vibraciones en un punto, puede utilizarse con esos fines cualquier cosa, sea cual sea su forma. Los cepillos dentales eléctricos sin la pieza destinada a los dientes es un buen ejemplo de ello.
A pesar del silencio intencionado que siempre existió sobre la masturbación femenina, el mercado de “consoladores”, como se los llamó tradicionalmente antes de hacerlos vibrar, se mantuvo activo desde tiempos muy remotos. Se han encontrado falos d piedra pulimentada de veinte centímetros de longitud y tres de diámetro (ya entonces importaba el tamaño) en sustratos arqueológicos de 29.000 años de antigüedad, en plena Edad del Hielo209. En el año 412 antes de nuestra Era, Aristófanes ponía en labios de Lisístrata las siguientes palabras: “Ni siquiera de amantes ha quedado ni una chispa; y desde que nos traicionaron los milesios no he visto ni un solo consolador de un palmo que nos sirva de ayuda con su cuero. ¿Querríais, pues, si encuentro el modo, ayudarme a terminar con la guerra?”. Y más tarde, en la misma obra, cuando las demás griegas preguntan a Lisístrata qué hacer si sus maridos las abandonan por no querer mantener relaciones sexuales con ellos, ella les responde, utilizando otras palabras, que se alivien masturbándose con olisbos (el nombre griego de los viejos “consoladores”).
Además, parece que existía en esa época un dinámico mercado de dildos (otro término para designar al mismo instrumento), construidos en material de cuero. La ciudad que centralizaba el comercio de esos productos en el mundo de la época era Miletos098,204. Las helenas se intercambiaban direcciones de artesanos diestros en el arte de la elaboración de esos objetos, y su demanda de estos artículos de consumo mantuvo activo el mercado de olisbos durante mucho tiempo, como todavía lo es en nuestros días. Algunos de esos artesanos ocultaban su negocio bajo el oficio de zapateros, como nos dice Herondas (siglo III aC), en su sexto miniambo, “Las dos amigas”.
El origen del vibrador moderno es muy curioso.
En el siglo XIX se consideraba que la frustración sexual estaba en la base de la histeria (femenina, naturalmente; en el pasado se rechazaba que pudieran existir hombres histéricos; a Freud le costó algún disgusto afirmar esto último046). Para aliviar a estas mujeres de sus males se puso de moda en esa centuria la provocación regular de lo que llamaban un paroxismo histérico. El tal paroxismo histérico no era otra cosa que un buen orgasmo. Y las pacientes acudían con regularidad a la consulta de sus médicos para que estos se encargaran de esa tarea. Literalmente: iban a los consultorios médicos para que estos profesionales las masturbaran.

Figura 1.- Por 390 Ptas (2,35 €) se adquirían vibradores por correo en la España gobernada por el general Franco.


Según parece, Joseph Mortimer Granville, uno de esos galenos, cansado de utilizar sus manos en tales menesteres inventó el primer vibrador eléctrico en 1880. Era un artefacto grande diseñado para su uso en los consultorios médicos y en los balnearios. Tuvieron que pasar cuatro lustros para que el estadounidense Hamilton Beach inventara en 1902 un vibrador eléctrico de menor tamaño y más manejable que puso en venta como un electrodoméstico más. De hecho, el vibrador fue el sexto electrodoméstico que se electrificó, por delante de la tostadora de pan y de la plancha eléctrica077.
Recientemente, una película ha dado su visión de ese momento histórico: (“Hysteria”; Tanya Wexler  2011).
Estos vibradores comenzaron a venderse por correo, en las peluquerías y en los grandes almacenes. Aunque, dado el interdicto social existente hacia la masturbación femenina, siempre se ofrecieron camuflados como objetos terapéuticos para conseguir relajar los músculos, aliviar molestias articulares, las cefaleas, dar masajes faciales, etc. Un truco que no engañaba a nadie, pero que consiguió mantener activo el mercado de vibradores hasta en las épocas más difíciles.

Figura 2.- La imagen del anuncio anterior,
a color, en una época algo más tardía


Por ejemplo, en España, el mercado de vibradores se mantuvo dinámico incluso durante el régimen del general Francisco Franco que era especialmente restrictivo en lo referente al sexo. En los diarios y revistas de la época, los domingos solían aparecer anuncios de productos que podían adquirirse por correo. Y uno de ellos eran los vibradores. Estos objetos sorteaban la censura siendo presentados como “masajeadores faciales”, e iban acompañados de la fotografía de una joven que se colocaba el objeto en la cara. Era un truco para mostrar de lo que se trataba realmente, pues había que ser ciego para no advertir, por la configuración del artículo, que se trataba realmente de un vibrador. El anuncio reproducido en la Figura 1 está tomado, concretamente, del ejemplar del diario La Vanguardia publicado el trece de diciembre del año 1970 en la página 46. Pero ese mismo anuncio fue repetido en el diario ABC de Madrid una semana después, el día veinte, en la página 118.



Actualmente ya se comercializan por correo sin esas ambigüedades. Aunque muchos anuncios utilizan aún perífrasis para eludir la voz masturbación: “mejor que el habitual masaje manual”, rezaba el catálogo de VENCA hace algunos años.
El cine pornográfico terminó popularizando el uso de los vibradores hasta el día de hoy. Cabe esperar que el mercado de vibradores se mantenga y su uso se incremente con el tiempo. Los cambios introducidos en sus formas permiten su adquisición en lugares, hasta ayer insólitos, más asequibles para las mujeres que se resisten a visitar las Sex-Shops. Ahora los hay con formas indistinguibles de otros aparatos eléctricos de higiene femenina; y se pueden encontrar en las grandes superficies de electrónica, por ejemplo... Y en las Farmacias, donde se adquieren anillos vibradores y “masajeadores personales” sin problemas y están expuestos a la vista de todos (figura 4). También se pueden adquirir por Internet barras pintalabios que no son tales y pueden llevarse con tranquilidad en el bolso; o almohadas de 173 centímetros de longitud con la forma de un hombre que se pueden utilizar con fines diferentes a dormir (no vibran, pero resultan muy útiles para las mujeres acostumbradas a frotarse boca abajo contra las sábanas). Y un largo etcétera.

                         Figura 4.- Vibradores adquiribles en Farmacias
                (el stand está dedicado al sexo, con condones, geles... y bolas chinas)

Pese a su popularización, aún se siguen evitando palabras que hagan referencia al uso explícito de los artículos vendidos. En el momento de escribir estas líneas (01/07/2010) puede encontrarse en Internet el anuncio de un vibrador comercializado por una marca de electrodomésticos muy conocida con el siguiente circunloquio: “dispositivo de masaje corporal […] que estimula las buenas sensaciones y mejora el estado anímico hasta que te sientes fresca como una rosa”. Y al revisar el anuncio (16/09/2011), puede leerse el siguiente cambio de texto: “masaje íntimo que llena de buenas vibraciones todos los rincones de tu cuerpo”. El que se encuentra en las Farmacias, está propuesto para practicar ejercicios de Kegel para fortalecer el perineo femenino.
No está mal para unos artículos destinados a facilitar una actividad sexual que muchos prefieren, aún, pensar que no atañe al género femenino.


Las referencias pueden encontrarse en mi libro sobre la masturbación femenina.

1 comentario:

  1. Fantastico articulo, me ha gustado y sorprendido mucho, seguid así, Felicidades.
    http://www.placeres-eroticos.com/

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