lunes, 1 de abril de 2013

ANTIGÜEDAD DE LA MASTURBACIÓN FEMENINA.

            Se ignora quién fue el primer ser que se inició en la masturbación y cómo se la transmitió a su descendencia. A pesar de ello, puede presumirse, sin caer en ningún exceso, que el origen de la masturbación se oculta en la noche más oscura de los tiempos, aunque se carezca de pruebas tangibles para formular tal afirmación.
         Cuando los seres humanos ignoran algo de su pasado o de su entorno inmediato, cubren esa laguna de conocimientos con fábulas en las que creen con firmeza para no sentir la angustia del vacío196. Y lo hacen interpretando los acontecimientos en base a ingredientes que, por cotidianos, les son mejor conocidos.
         Con la masturbación no podía suceder algo distinto. Existen algunas leyendas originadas en la cuenca del Mar Mediterráneo que pretenden señalar el origen de la masturbación. Y no se trata del relato hebreo de Onán y su cuñada Tamar (que hace referencia al coito interrumpido); sino otras muy diferentes de procedencia helénica y egipcia que sitúan el inicio de esa actividad en la época donde convivían estrechamente los dioses y los seres humanos. E, incluso, antes, pues sostenían que la masturbación tenía un origen divino.
         En efecto, para los griegos fue Hermes (el Mercurio romano), la deidad de los mercaderes y mensajero de los dioses olímpicos, quien enseñó esa práctica a su hijo, el telúrico dios Pan098,197.
         Pan, como saben, tenía un aspecto a medio camino entre humano (su parte superior) y caprino (de cintura para abajo), cuya frente estaba coronada con dos breves cuernecitos. Era el protector de los bosques, de los rebaños y de los pastores. Los mitólogos le asignaban un voraz apetito sexual. De hecho, los sátiros, geniecillos del bosque con un aspecto muy similar al de Pan, aunque estaban más asociados al bullicioso Dionisios (el Baco latino), han dado su nombre a una alteración caracterizada por un exceso de deseo sexual: la satiriasis, versión masculina de la ninfomanía. La voz ninfomanía procede a su vez de las ninfas, otros geniecillos del bosque de sexo femenino, tan casquivanas como los sátiros, y por ello madres de muchos de los exóticos seres que habitan el fantástico mundo de la mitología griega (también se denominan así los labios menores de la vulva).
         Según las leyendas helénicas, fue Pan quien transmitió a su vez las enseñanzas de su padre a los seres humanos. No sólo les enseñó a masturbarse, sino que se masturbaba él mismo cuando las circunstancias no daban para más. Habrá que entender, que si Hermes instruyó a su hijo en la práctica del autoerotismo, sería porque los dioses y las diosas del Olimpo estaban bien adiestrados en su ejercicio. De hecho, algunos textos muestran al dios Príapo, símbolo del poder fecundante de la Naturaleza, aplicado a esos menesteres sin recato alguno y con una inequívoca vocación divulgativa. Por otra parte, Hermes, Príapo y Pan son los tres dioses itifálicos por excelencia de la mitología griega.
Pero hay más.
         Existen otras leyendas egipcias y prehelénicas muy antiguas que retrotraen el inicio de la masturbación literalmente al alba de los tiempos, pues fue practicada por el padre o la madre de todo lo creado. Ni más ni menos que la deidad germinal.
         La Mitología egipcia nos proporciona la versión masculina de dicha fábula. Existen dos relatos que se refieren a ella recogidos en unas inscripciones de Saggara, próxima a la antigua Menfis, fechados entre los años 2.350 y 2.175 antes de nuestra era. Es decir, con más de cuatro mil años de antigüedad.
         En los albores del día inaugural del Universo, sólo existía un caos desorganizado en el que anidaba un poderoso espíritu indiferenciado. Este espíritu no tardó mucho en tomar conciencia de su propia existencia; y cuando lo logró, se desprendió del laberinto amorfo en el que se encontraba con un simple acto de voluntad. Después, desnudo como estaba y antes de generar el mundo, se puso a la tarea de engendrar a sus inmediatos ayudantes, los demás dioses. Pero como no tenía esposa, al estar solo en el Universo, los engendró de sí mismo y por sí mismo. Así, Atón-Ra, pues no era otro el dios, hizo germinar a sus dos primeros hijos gemelos: la diosa Tefnet (la humedad vivificadora) y el dios Shu (el aire luminoso). Ambos maridaron posteriormente y engendraron al resto de los seres vivos.
         Una de las versiones de la leyenda dice que Atón-Ra escupió a sus dos hijos. La otra indica que el dios los engendró de su propia taumatúrgica simiente; un elemento más noble. La leyenda afirma de forma expresa que esa milagrosa eyaculación fue conseguida por Atón-Ra mediante la masturbación (“me procuré placer con el puño, copulé con mi mano...” le hace decir el poeta a la divinidad creadora198); aunque, lógicamente, un dios capaz de deshacerse del caos con la fuerza de su voluntad no habría necesitado de tales actos para engendrar hijos199,200.

Así lo entendieron los generadores de mitos de los wiyot californianos: Budatrigakwitl, el dios alto, no se sirvió de materia alguna para crear al género humano; ni siquiera del barro que utilizó Yahvéh o Elolam, el dios hebreo. Simplemente lo pensó... y el hombre y la mujer fueron201.


            La versión femenina de la creación del mundo mediante un acto tan íntimo como la masturbación nos la proporciona la leyenda prehelénica (algo más reciente: 1.800 a 1.100 adC) de la diosa Eurínome202. Ella, como Atón-Ra, surgió desnuda del caos, por sí misma, sólo con su voluntad; y vestida de esa guisa danzó solitaria por el vacío Universo. Sus evoluciones levantaron tras ella un viento que Eurínome cogió entre sus manos, y frotándolo con ellas hizo surgir a la serpiente Ofión que no tardó en ayuntarse con la diosa para fecundarla. Tras ello, Eurínome se transformó en una paloma y puso el Huevo Universal del que surgieron todas las cosas que existen.
         Una interpretación simbólica muy evidente de ese mito pelasgo nos revela que la masturbación fue el acto del que se sirvió Eurínome para generar el mundo. La leyenda nos lo indica por tres veces mediante el uso de elaboradas elipsis. La danza desnuda y solitaria de la diosa simboliza un acto autoerótico onírico muy conocido046; como lo es también la acción solitaria de frotar con las manos (el mito dice que el aire). Y no es menos cierto que la serpiente Ofión entre las piernas de Eurínome despierta la imagen de una mujer utilizando un dildo, olisbos o consolador, fabricado por ella misma con evidentes fines autoeróticos, pues la leyenda dice que copula con él.
         Así pues, tanto si la divinidad creadora es masculina como femenina, los más viejos mitos cifran el origen de la masturbación en los dioses seminales, los creadores del Universo; con lo que las leyendas la sitúan al comienzo mismo de los tiempos.
         Como sucede hoy día, las referencias a la masturbación de la divinidad masculina se hacen de un modo más directo y explícito que las de la femenina, más evasivas y encubiertas por bellas imágenes.

            Los creadores de leyendas no entendían que una diosa pudiera engendrar hijos “de su propia simiente”, porque ignoraban el papel femenino en la fecundación. En aquellos tiempos, las mujeres se consideraban meros receptáculos del semen germinal; creían que no aportaban nada a la generación de los vástagos. Por eso, generalmente no se atribuye a las diosas ninguna capacidad para realizar tal cosa por sí mismas, cuando debería suponerse que por su condición divina tienen poder milagroso suficiente para logralo. Ellas, aunque se encuentren solas en el Universo, siempre son fecundadas misteriosamente no se sabe bien por quién. Es lo que sucede, por ejemplo, con Aditi, la homóloga de Atón-Ra en la mitología prebrahmánica de la India: la madre de todos los dioses199. Ella engendra hijos sin esposo... y sin masturbación. Es fecundada misteriosamente por unas fuerzas cuyo origen no explican los generadores de mitos, aunque se supone que Aditi está sola en el Universo. Lo mismo sucede con Ataentsis, la diosa-madre de los hurones200. Eurínome, por lo que sé, parece una excepción, si bien muy encubierta.

Con todo, estas leyendas no dejan de ser sólo bonitos cuentos, pues apenas revelan nada que permita deducir el momento histórico en el que surgió la masturbación por vez primera, ni la extensión de su práctica.
Pero los antiguos no sólo construyeron mitos para justificar la existencia de la masturbación. También la representaron de diversas maneras, lo que nos permite determinar las fechas históricas donde esta actividad sexual era inequívocamente conocida.
Existen relatos antiguos que indican que la masturbación femenina era conocida en tiempos remotos. La zona geográfica conocida como el Creciente Fértil nos proporciona algunos de ellos.
Aunque las referencias a la masturbación femenina son muy ambiguas y limitadas en la Biblia, existen textos cuyas alusiones hacen pensar que los "consoladores" eran conocidos y utilizados por las hebreas de hace casi tres mil años. En el texto atribuido a Ezequiel (Ez 16: 17), se encuentra una reseña en la que se reprocha a las hijas de Sión que fundan sus joyas para modelar imágenes masculinas y prostituirse con esos objetos. Aunque no especifican de qué clase de imágenes se trata, bien puede suponerse que tienen forma de penes, pues serían más discretos y utilizables que una estatua masculina desnuda y en erección al completo. Se trataría de falos rituales, muy conocidos en la época.
         Conociendo el lenguaje bíblico, el término prostituirse tiene aquí el significado de entregarse indecorosamente a juegos con esas imágenes masculinas, lo que puede interpretarse como masturbación sin caer mucho en el exceso imaginativo.

La cita exacta de Ez 16: 17 en la Biblia de Jerusalén es: "Tomaste tus joyas de oro y plata que yo te había dado y te hiciste imágenes de hombres para prostituirte ante ellas". Esta frase bien podría referirse a alguna clase de masturbación femenina ritual que también se daba entre otros pueblos de la zona203.

Entre los sumerios y los egipcios parece bien documentado que existía una masturbación femenina ritual relacionada con las divinidades. La arqueología ha rescatado del olvido objetos cuya forma y tamaño resultan inequívocos, pese a que haya quienes intentan ignorarlo203.
Siguiendo en el Mediterráneo, los griegos han legado una abundante muestra de pinturas y figuras de bronce o terracota en las que están representados hombres y mujeres masturbándose204. La iconografía masculina es algo más numerosa que la femenina dado el papel secundario que la mujer tenía en la sociedad helénica. Pero la masturbación femenina era bien conocida entre las griegas. De hecho, se hace referencia a ella en algunas obras de teatro coetáneas.
En el año 412 antes de nuestra Era, Aristófanes ponía en labios de Lisístrata las siguientes palabras: “Ni siquiera de amantes ha quedado ni una chispa; y desde que nos traicionaron los milesios no he visto ni un solo consolador de un palmo que nos sirva de ayuda con su cuero. ¿Querríais, pues, si encuentro el modo, ayudarme a terminar con la guerra?a. Y más tarde, en la misma obra, cuando las demás griegas preguntan a Lisístrata qué hacer si sus maridos las abandonan por no querer mantener relaciones sexuales con ellos, ella les responde, utilizando otras palabras, que se alivien masturbándose con olisbos.
Además, parece que existía en esta época un dinámico mercado de olisbos, los "vibradores" de entonces, construidos en material de cuero y sin pilas eléctricas. La ciudad que centralizaba el comercio de esos productos en el mundo de la época era Miletos098,204. Las helenas se intercambiaban direcciones de artesanos diestros en el arte de la elaboración de esos objetos, y su demanda de estos artículos de consumo mantuvo activo el mercado de olisbos durante mucho tiempo, como todavía lo es en nuestros días. Algunos de esos artesanos ocultaban su negocio bajo el oficio de zapateros, como nos dice Herondas (siglo III aC), en su sexto miniambo, “Las dos amigas”b.
Respecto a las representaciones físicas de la masturbación femenina que permiten fechar su antigüedad, puede encontrarse en el Museo Británico un cuenco de Panfeo que representa a una mujer desnuda con dos olisbos en la mano. En el Museo del Louvre también es posible encontrar un bol de Hierón con una mujer que está lubricando con aceite otro dildo. Y en el Museo de Berlín existe un vaso que representa a una mujer lavándose tras utilizar uno de estos consoladores204. Estos objetos están fechados, aproximadamente en el año 500 antes de nuestra Era.
Pero no sólo se trata de mujeres que utilicen juguetes eróticos; también existe una estatuilla griega de bronce en el Museo de Bellas Artes de Boston, fechada entre los siglos III y II anteriores a nuestra Era, que representa a una mujer sentada en el suelo, con las rodillas dobladas hacia arriba, y masturbándose con la mano derecha, mientras apoya la otra sobre una superficie que se ignora porque parte de ese brazo ha desaparecido205.
También existe una representación pictórica egipcia de la masturbación femenina más antigua aún.
            Aunque los egipcios, fueron menos proclives a las representaciones sexuales que el mundo grecolatino, nos han legado la imagen de una mujer que se masturba frotando su clítoris contra el cono de una vasija mientras se pinta los labios. Imagen que recuerda al uso de los actuales vibradores con esa misma forma. El dibujo está en el llamado papiro erótico o satírico de Turín; una hoja de algo más de dos metros y medio de largo encontrada en Deir el-Medina, en la región de Tebas, cargada de dibujos licenciosos a. Está fechado en la segunda mitad del Imperio Nuevo, probablemente en el reinado de Ramsés II; por lo que tiene unos tres mil doscientos años de antigüedad206.


Dibujo del autor que excluye a las demás figuras para destacar a la mujer que se masturba en el Papiro egipcio de Turín nº 55001
  
En los famosos templos de la ciudad de Khajurāho (del estado de Madhya Pradesh en la India), construidos durante los siglos X y XI de nuestra Era, existen numerosas esculturas al aire libre representando escenas eróticas. Algunas de ellas muestran también a mujeres que se masturban sin recursos externos, utilizando exclusivamente su mano.
Algo similar sucede con el románico hispano del siglo XII que, con menor obstentación, nos ha legado también numerosas imágenes eróticas en diferentes iglesias207. Y algunas de ellas son mujeres masturbándose con la mano. Puede verse una en el canecillo número IV del ábside de la Iglesia de los Santos Facundo y Primitivo de la localidad de Silió, situada en el municipio de Molledo, en la Comunidad Autónoma de Cantabria, al norte de España. Y otra, fechada poco antes de 1.150, en Bárcena de Pie de Concha, otro concejo cántabro, en el canecillo del ábside número XVIII de la iglesia de los Santos Cosme y Damián.


Figura románica española (siglo XII) representando a una mujer masturbándose
(fotografía de Mª Ángeles Menéndez Gutiérrez (UNED) a; reproducida con autorización b)


Y de una época algo más tardía, en Cáceres, ciudad de la Comunidad Autónoma de Extremadura, en España, en el número dos de la Plaza de la Concepción se encuentra el Palacio de la Isla (siglo XVI). En los altos de dicho palacio, la gárgola que está situada a la izquierda, colocándonos de cara a la fachada, representa sin duda alguna a una mujer masturbándose. Para verla no es necesario ir provistos de prismáticos o de una máquina fotográfica con una buena lente de aumento…; se ve bien a simple vista.

 
Vista frontal de la gárgola femenina
masturbadora cacereña


Pero existen otras evidencias materiales de mayor antigüedad que las referidas hasta aquí.
Ya existían en la prehistoria representaciones inequívocas de la masturbación femenina. Se ha encontrado en el templo megalítico de Hagar Qim, situado al sur de la isla mediterránea de Malta, una figurilla de arcilla que representa a una mujer que parece estar masturbándose. Tiene las piernas en alto y una mano colocada sobre su vulva mientras sostiene su cabeza lánguidamente con la otra (como hace la gárgola cacereña). Su antigüedad está estimada en unos 5.000 años208, y se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Malta, en la localidad de La Valeta.
No hace mucho tiempo, arqueólogos de la Universidad de Tubinga han conseguido reconstruir con la pieza que les faltaba un falo de veinte centímetros de longitud por tres de diámetro (ya entonces importaba el tamaño), fragmentado en catorce trozos, tallado en piedra muy pulimentada. Actualmente puede contemplarse, en el Museo de Prehistoria de Blaubeuren (Alemania). Se encontró en la Cueva “Hohle Fels”, un yacimiento muy rico del Paleolítico Superior cuyo sustrato arqueológico tiene una antigüedad de unos 29.000 años, en la Edad de Hielo (ver más abajo). No es posible determinar si su construcción se debió a motivos religiosos (para su contemplación o adoración, o para utilizarlo en rituales orgiásticos que incluyeran masturbaciones femeninas) o a un empleo más íntimo y personal. Muestra señales de haber sido utilizado también como martillo; quizás en alguna época posterior cuando otras necesidades aconsejaron darle ese uso. Algunos autores manifiestan que esa función percutora fue la principal razón de su construcción. Pero su fino acabado es demasiado laborioso como para eludir que pudiera estar destinado a su aplicación en los delicados genitales femeninos; tal pulido sería poco razonable para un simple martillo209.  En cualquier caso, parece una prueba sólida de la antigüedad histórica de la masturbación femenina en la especie humana.

Falo prehistórico (20 x 3 cm)
de 29.000 años de antigüedad
 


Se han encontrado otros objetos fálicos procedentes de la prehistoria. Uno muy conocido está etiquetado oficialmente como una “venus estilizada”; aunque no hace falta tener una mente muy sesgada para reconocer en él a un falo con testículos y un mango para asirlo. Fue encontrado en el yacimiento de Dolní Vestonice, Mikulov, Moravia y se encuentra en el Museo de Moravia, en Brno en la República Checa. El sustrato arqueológico procede del período Auriñaciense/Gravetiense y tiene unos 26.800 años de antigüedad. Está tallado en marfil.

Falo prehistórico (8,6 x 1 cm)
de 26.800 años de antigüedad




Su objetivo autoerótico individual es discutible, pues su tamaño no permite que la mujer se sienta “llena” al utilizarlo, que es uno de los objetivos de estos juguetes sexuales. No olvidemos que las vaginas adultas tienen una profundidad de 8-9 cm en su parte más profunda con unos 2,5 a 3 cm de diámetro. Y nada nos dice que las de nuestras antepasadas fueran más pequeñas por baja que fuera su talla. Es posible que se trate de un simple adorno votivo, o de un instrumento utilizado en algún ritual favorecedor de la fecundidad o de inicio a la actividad sexual. Aunque no conviene descartar definitivamente su utilidad como complemento autoerótico individual. Después de todo, algunas prepúberes actuales introducen en sus vaginas bolígrafos de dimensiones parecidas a ese falo prehistórico para masturbarse (estimulando el clítoris con la otra mano) sin riesgos de hacerse daño.
No me atrevo a decir nada del falo tallado en hueso recientemente encontrado por un equipo de arqueólogos sueco en Motala, Suecia. Tiene, al parecer, unos 7.000 años de antigüedad. Habrá que esperar a que se pronuncie la comunidad científica. Pero admitirán conmigo que su forma y tamaño son de lo más sugerentes…
Falo prehistórico (10,5 x 2 cm)
de 7.000 años de antigüedad

 


En cualquier caso, conviene no olvidar que la masturbación femenina se realiza fundamentalmente por estimulación del clítoris (que no deja rastros arqueológicos salvo que se represente en algún petroglifo o escultura) y que la presencia o ausencia de olisbos en la prehistoria no dice mucho sobre la existencia de la masturbación femenina en esas épocas. Angulo y García han expuesto en su libro ejemplos muy elocuentes de que hace 30.000 años nuestros antepasados no se limitaban a copular para reproducirse; y han señalado que disfrutaban del sexo recreativo de un modo semejante a como lo hacemos nosotros ahora210.

Y la masturbación siempre fue recreativa, por definición.

Las mujeres se han masturbado desde que el mundo es mundo, aunque lo mantuvieran en silencio. Con frecuencia, fue su única fuente de orgasmos, en épocas donde la ausencia de los hombres, por estar de cacería o haciendo guerras, era lo común; y, también, cuando copulaban con ellos.

Las referencias pueden encontrarse, con la misma numeración, en mi libro sobre la masturbación femenina, en este mismo Blog.

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